Despidiendo este enero
El día está gris, me despierto y Pablo duerme a mi lado, moverme me parece un crimen porque sería perturbar la anestesiante paz de lo único que descansa en mi mundo, con cada movimiento pierdo una gota de sueño. Decido esperar un poco y apenas sin girarme agarro el teléfono, atiborrado de mensajes consultando como estoy hace que el pánico saque una mano de debajo de la cama y me asfixie. No me interesa escuchar ninguna condolencia, este es un nuevo duelo. Estoy doliendo un sueño. Hace una semana escribía desde la felicidad que había olvidado que podía sentir, hoy no puedo ni leerme. Tengo contracciones pero el cuerpo todavía no se entera del todo, no sé si es muy lento o muy tonto, así que todavía tengo nauseas matutinas, los ojos de Pablo pasaron de rasgados a redondos de tanto mirarme con preocupación así que esbozo una sonrisa cuando me tiende el café. El día sigue gris, pero de tan gris es blanco, intento leer una novela pero siento que no dice nada, agarro a Pessoa del esta